lunes, 6 de junio de 2011

De desencuentros...

Triste,
lenta
dolorosamente
la realidad llega.
Jugaste la ancestral carta
de la honestidad,
perfecto mecanismo de defensa,
del cobarde, del débil, del incapaz.
¿Sabes amor?
Es duro lidiar con el olvido,
con el desprecio y el desencanto.
Pero es más duro saberme insultado.
Aún quieres hacerme creer,
que respetaste nuestro tiempo,
que no buscabas desesperada,
la recompensa en lo inmediato.
Que triste debe ser vivir contigo,
cuando tu misma,
eres presa de tus engaños.
Yo no soy perfecto,
y siempre te lo dije,
tampoco pretendo serlo.
Ahórrate las críticas y juicios,
quise en ti a la pareja,
no a la terapeuta.
Si lo sé,
estoy encabronado y dolido.
¿Acaso eso disminuye
lo arpía que has sido?
Bienaventurado que aun puedo sentir,
puedo abrirme y ser lastimado;
un lujo que para ti quedó en el pasado.
Ay amor, y yo que creía
que mas allá de tus narices veías.
Lo sé, es tu incapacidad y ceguera
y sin embargo,
el precio que pago es muy alto.
Mi culpa es por haberte adorado,
por poner esfuerzo en ti,
cariñoso y cálido.
(Imbécil absurdo
que pretendió ser valorado).
Olvidemos pues
que soy un mártir.
Fue mi incongruencia,
el esperar ser amado.
12 meses, 3 sueños,
1 futuro me mantuvo
ilusionado trabajando,
solo,
en la distancia,
sin ti a mi lado.
Pude construir parte de tu camino,
soy un hombre pleno,
noble,
apasionado,
que no necesita de tu abrazo.
Tuyas serán las sonrisas,
la negación,
el optimismo histérico,
exaservado.
Yo me quedo con las lágrimas,
la nostalgia,
el duelo
y este dolor atravesado.
Cuando de sufrir se trate,
veremos quien se derrumba.
Aun en la pena,
no estoy desahuciado.
Yo no huyo ni me escondo,
no he quedado
de mis sentimientos inválido.
Quédate pues,
hermosa,
con lo tangible, con lo palpable,
con lo ordinario.
Tristemente amor,
la diferencia entre nosotros,
es que te conformas...
mientras yo lucho y vivo
lo extraordinario.

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