lunes, 30 de mayo de 2011

De diosas y arcoíris...

Pensaba, todo el tiempo pensaba
letras, frases, sentencias, palabras,
tu piel desnuda,
cómoda entre brazos.
Cicatrices,
cornadas del alma,
vida y espanto.
Un suave masaje,
tactos, maderas, fragancias
y ese cabello castaño,
largo, sedoso, ensortijado.
Uñas y cintura,
ensueño de lumbares corvados;
La delicia del trasero
y un beso suave, húmedo, salado.
Donde guardo la barra de la cocina,
tus piernas abiertas -esperando-
dónde la media luz,
la cama destendida,
¿Dónde amor, dónde lo guardo?
La boca entreabierta,
labios ensalivados,
mirada complacida,
tu placer entre mis manos.
Aquella silla de cocina,
mordidas en el cuello,
pechos de agua dulce,
tus ojos en blanco.
¿A dónde fue aquel espejo cómplice?
testigo de movimientos frenéticos,
desesperados.
¿A donde tu sonrisa?
los cigarrillos del letargo.
las pupilas dilatadas
el relámpago.
-fotografía de los dioses-
de un amor conjugado.
Maldigo al tiempo y la distancia,
maldigo no tenerte entre brazos.
No hay más frases inteligentes,
ni palabras ni confesiones ni encantos.
Un arcoíris,
300 noches en vela,
un altar nocturno,
donde seguir rezando.
Recinto de las diosas,
polvo de unicornio,
lujuria y orgasmos
Tuyas son las alas, el amanecer,
viento  esperanzado.
Mio es el ocaso,
animal oscuro,
sonriente,
desangrado.

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