no quiero pensar en tu cuerpo
breve, compacto, sutil y hermoso,
recurrir a la orografía para terminar
describiéndolo valles, montes y senderos.
No quiero pensar en frutas,
duraznos, manzanas, sandías o melones
para hablar de tu piel, tus caderas o tus senos.
No quiero hadas o vampiros,
o algún otro personaje ficticio.
que refleje la idealización que eres en mi.
Tampoco quiero noches o estrellas,
ni relámpagos ni centellas,
ni vientos ni lágrimas
ni ausencia ni tristeza.
No quiero este vacío entre mis brazos.
Quiero tu cuerpo,
tu oscuro cabello lacio.
tus caderas, redondas y perfectas
sincronizadas a las mías en un solo movimiento.
Quiero que seas aliento en mi olfato,
gemiditos en mi ternura,
pezones entre mis labios,
violencia en mi deseo,
trasero entre mis manos,
¡Mujer! en mi vida,
musa en el día a día,
solidaridad en el fracaso,
maestra en la sonrisa.
¿Qué puedo hacer?
Si me gustas más que las manzanas,
que las montañas.
Si quiero más que tus estrellas,
tus noches o tus hadas.
Inmensa y hermosa,
equivocada, imperfecta y caprichosa.
¿Qué hago con esta incapacidad?
Con esta falta de inteligencia, de recursos.
Ojalá bastase con reducirme a tu cuerpo o a tu piel.
Es un crimen no poder hablar solo de tu cuerpo,
porque no alcanzo a retratar todo lo demás.
Ojalá bastara un lugar común,
ojalá me conformase con tu cuerpo,
ojalá fuese ciego o lerdo.
Pero te he visto,
he brincado las defensas,
(las corazas y las bardas)
y es eso lo que no logro reflejar.
¡Ojalá fuese un buen escritor!
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