domingo, 29 de mayo de 2011

De Zita...

Más de un recuerdo, más de mil días,
más de dos caminos, más que el olvido.

7 años y medio, agua entre los dedos.
Amor, compañía, enseñanzas y miedo.
¿Qué decir sobre ti mujer?
Aquella tarde primera,
donde separados por un universo,
primero se redujo a una mesa de café
para terminar ardiendo,
bañados en vino
fundidos en cuerpo y deseo.

¿Qué del bronceado, sudado y salado?
¿Qué de tus senos?
regalos de mi boca,
manantiales de mi fuego.
¿Qué de la facilidad en la intimidad?
de los amigos y desvelos,
de las borracheras y caderas,
finalizadas en tus labios abiertos.

Ay Zita, amante, mujer; amiga,
cuántas lunas desnuda,
cuántas entre brazos, temblando y gimiendo.
Que de la pasión compartida
de los  escenarios, velas y juegos.
De las piernas abiertas,
de tus manos en mi cabello,
aquellos ojos cerrados,
pidiendo más lengua en tu sexo.

Hiciste tus maletas,
te largaste dejando mi habitación y pecho,
la vida vacía.
Tal cual llegaste, partiste.
Sin explicaciones, fácil,
cargados de resentimientos.
En el pasado estás,
abrazada, apreciada, querida
ojos verdes, febril deseo.


Renuncio al olvido, al "no me acuerdo".
Podría negar los desvelos,
el llanto, el alcohol, las cenizas.
Podría negar haberte buscado,
en múltiples cuerpos, brazos y labios.
los años de dolor, odio y rencor,
la ruptura de sueños, promesas,
la añoranza de tus deliciosos orgasmos.
Hermosa, amada, niña,
¡Gracias por haberme abandonado!

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